jueves, 7 de septiembre de 2017

TREINTA DOBLONES DE ORO, de Jesús Sánchez Adalid




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SINOPSIS:


En un noble caserón de la Sevilla del XVII, el joven Cayetano entra como contable al servicio de don Manuel de Paredes, un hidalgo que ha invertido sus últimos bienes en un navío que parte rumbo a las Indias. Un día llega la fatal noticia: el barco ha naufragado y su preciada carga se ha perdido en el fondo del mar.
El viejo palacio y las pertenencias familiares están hipotecados y se presenta un porvenir incierto...
En esta novela conoceremos una Sevilla adormecida en su belleza barroca y la gloria pasada; el agitado reino de Mequinez en Berbería; la vida recóndita en la ciudad del cruel sultán Mulay Ismail; el cautiverio y el sorpresivo encuentro entre curiosos personajes en medio de grandes aprietos.
El autor también reconstruye el sorprendente relato del célebre Cristo de Medinaceli, arrebatado en 1681 a la debilitada guarnición española de La Mamora, en el norte de África.
Jesús Sánchez Adalid nos introducirá en el misterio profundo del ser humano, sus temores, sus dudas y sus esperanzas, entre originales episodios llenos de humor y vitalidad. Un verdadero regalo precisamente en estos tiempos.



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Soy fiel seguidora de Jesús Sánchez Adalid desde que leí "El mozárabe" y lo considero un gran escritor, con un estilo claro y definido, con una narrativa que te sumerge en sus novelas desde las primeras páginas, pero en este caso, aunque reafirmo mi opinión al respecto, la historia en sí no termina de encajar.

Se aprecia en la narración que el autor se ha documentado muy bien, como es su estilo, y ha creado un argumento ameno, con unos personajes que llegan al corazón desde el principio, cada uno con sus excentricidades. Pero lo que no ha conseguido, según mi criterio, es plasmar la emoción y la aventura que requiere la historia.

Se ha quedado como en la retaguardia, en un querer y no poder, carece de chispa, le falta ese punto de suspense que te incita a leer de forma ávida, sin parar.
El marco de la novela se centra principalmente en la Sevilla del siglo XVII, y aborda diferentes etapas y diversas situaciones personales, incluso reconstruye el relato del Cristo de Medinaceli en todos sus detalles, argumentos variados que bien podrían inducir al autor a crear un relato con más intriga para atrapar a sus lectores.

En mi opinión, se queda en una prosa entretenida sin mucho calado y carente de sorpresas.

A medida que avanzamos en su lectura, resulta bastante previsible lo que ocurrirá en el próximo capítulo, y realmente me apena que el autor no haya logrado ese punto de emoción que la novela requería, aunque puede ser una buena alternativa para quienes busquen historias que resulten más como un ensayo.

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